

La tendencia no es nueva: en cinco años, el volumen importado solo ha crecido un 8%, pero el valor se ha disparado un 58%, pasando de 602 millones a casi 1.000 millones de euros. Una evolución que evidencia un encarecimiento sostenido y una dependencia cada vez mayor. Además, del total importado —3.701 millones de euros— un 70% proviene de países terceros, y Marruecos representa el 38% de ese bloque.
El problema de fondo es económico y competitivo: el país magrebí opera con condiciones laborales y fitosanitarias mucho menos exigentes, situando al productor español en clara desventaja. Y el panorama podría empeorar si la UE ratifica el acuerdo que extendería las ventajas arancelarias a las producciones del Sahara, abriendo aún más la puerta a las importaciones.
El sector alerta de un escenario que podría tensionar precios, debilitar la producción comunitaria y acelerar la pérdida de competitividad de una agricultura española ya muy presionada.


La tendencia no es nueva: en cinco años, el volumen importado solo ha crecido un 8%, pero el valor se ha disparado un 58%, pasando de 602 millones a casi 1.000 millones de euros. Una evolución que evidencia un encarecimiento sostenido y una dependencia cada vez mayor. Además, del total importado —3.701 millones de euros— un 70% proviene de países terceros, y Marruecos representa el 38% de ese bloque.
El problema de fondo es económico y competitivo: el país magrebí opera con condiciones laborales y fitosanitarias mucho menos exigentes, situando al productor español en clara desventaja. Y el panorama podría empeorar si la UE ratifica el acuerdo que extendería las ventajas arancelarias a las producciones del Sahara, abriendo aún más la puerta a las importaciones.
El sector alerta de un escenario que podría tensionar precios, debilitar la producción comunitaria y acelerar la pérdida de competitividad de una agricultura española ya muy presionada.