La Comisión advierte sobre la regulación de la oferta, reclamando límites claros y temporales para evitar abusos; cuestiona la exclusividad de los consejos reguladores, defendiendo un modelo de verificación abierto y competitivo; y alerta sobre los riesgos de exceso burocrático en las nuevas indicaciones de productos artesanales e industriales.
El mensaje es claro: proteger el origen y la calidad es fundamental, pero si las normas se convierten en un muro regulatorio, el impacto económico puede ser negativo para productores y consumidores. La competitividad del sector agroalimentario no solo depende de los sellos, sino también de que exista un mercado justo y transparente.
La Comisión advierte sobre la regulación de la oferta, reclamando límites claros y temporales para evitar abusos; cuestiona la exclusividad de los consejos reguladores, defendiendo un modelo de verificación abierto y competitivo; y alerta sobre los riesgos de exceso burocrático en las nuevas indicaciones de productos artesanales e industriales.
El mensaje es claro: proteger el origen y la calidad es fundamental, pero si las normas se convierten en un muro regulatorio, el impacto económico puede ser negativo para productores y consumidores. La competitividad del sector agroalimentario no solo depende de los sellos, sino también de que exista un mercado justo y transparente.