El descenso se concentró en las hortalizas, con una caída del 2,5%, y en la patata, que retrocedió un 2,4%. El tomate bajó un 5% hasta 251 millones de kilos, el pimiento un 6% con 91 millones, y la lechuga un 1% con 77 millones.
En contraste, las frutas crecieron un 1,4% hasta 1.801 millones de kilos, con la naranja al alza un 6%, la fresa otro 6% y la sandía disparada un 15%.
El dato económico es más revelador: pese a que se consumió menos volumen, el gasto aumentó un 7%, hasta 7.691 millones de euros. De ellos, 4.322 millones corresponden a frutas, 2.862 a hortalizas y 507 a patata.
El consumo per cápita refleja la presión: cada español apenas llega a 146 kilos anuales, pero paga más por ello. Una señal clara de que la inflación alimentaria castiga al consumidor, mientras el sector se refugia en la calidad y la variedad para justificar precios crecientes que no siempre se corresponden con un aumento real de la oferta.
El descenso se concentró en las hortalizas, con una caída del 2,5%, y en la patata, que retrocedió un 2,4%. El tomate bajó un 5% hasta 251 millones de kilos, el pimiento un 6% con 91 millones, y la lechuga un 1% con 77 millones.
En contraste, las frutas crecieron un 1,4% hasta 1.801 millones de kilos, con la naranja al alza un 6%, la fresa otro 6% y la sandía disparada un 15%.
El dato económico es más revelador: pese a que se consumió menos volumen, el gasto aumentó un 7%, hasta 7.691 millones de euros. De ellos, 4.322 millones corresponden a frutas, 2.862 a hortalizas y 507 a patata.
El consumo per cápita refleja la presión: cada español apenas llega a 146 kilos anuales, pero paga más por ello. Una señal clara de que la inflación alimentaria castiga al consumidor, mientras el sector se refugia en la calidad y la variedad para justificar precios crecientes que no siempre se corresponden con un aumento real de la oferta.