En los supermercados, donde predomina el producto envasado, el cumplimiento es aceptable: la carne suele ser de origen nacional, aunque un 14% de la ternera es importada y más cara, y el pescado cumple parcialmente, con fallos en el etiquetado sobre el arte de captura o la zona FAO.
Sin embargo, en los mercados tradicionales y tiendas de barrio, la opacidad es casi total: el 95% de la carne carece de información sobre su procedencia, y el 75% del pescado no detalla ni su origen ni el método de pesca.
Esta falta de transparencia impide al consumidor elegir productos sostenibles y de cercanía, encareciendo el coste ambiental y debilitando la confianza en el comercio minorista, que sigue siendo el gran rezagado en trazabilidad alimentaria.
En los supermercados, donde predomina el producto envasado, el cumplimiento es aceptable: la carne suele ser de origen nacional, aunque un 14% de la ternera es importada y más cara, y el pescado cumple parcialmente, con fallos en el etiquetado sobre el arte de captura o la zona FAO.
Sin embargo, en los mercados tradicionales y tiendas de barrio, la opacidad es casi total: el 95% de la carne carece de información sobre su procedencia, y el 75% del pescado no detalla ni su origen ni el método de pesca.
Esta falta de transparencia impide al consumidor elegir productos sostenibles y de cercanía, encareciendo el coste ambiental y debilitando la confianza en el comercio minorista, que sigue siendo el gran rezagado en trazabilidad alimentaria.