Pero la estabilidad es solo aparente: el 93% del empleo se concentra en agricultura y ganadería, que crecen un 1,8%, mientras que silvicultura, pesca y acuicultura se hunden un 22,5%. El factor más disruptivo es el auge de la mano de obra extranjera, que ya roza los 200.000 trabajadores y crece un 53% en un año, frente al retroceso del empleo nacional. El empleo femenino también gana terreno: alcanza el 27,7% del total, con fuerte incremento en cultivos no perennes, donde subió un 25,8% en un solo año.
El reto es demográfico: más de la mitad de los ocupados supera los 45 años, y solo un 4,5% son jóvenes de 16 a 24, lo que compromete el relevo generacional. La precariedad agrava la situación: el 34% tiene contrato temporal y casi un tercio de los indefinidos son fijos-discontinuos, reflejo de la alta estacionalidad.
Andalucía lidera el empleo con 243.593 ocupados, un 32,6% del total, seguida de Murcia, Galicia y Castilla y León. Un panorama donde los números evidencian que el futuro laboral del campo español se juega en la sostenibilidad de su modelo.
Pero la estabilidad es solo aparente: el 93% del empleo se concentra en agricultura y ganadería, que crecen un 1,8%, mientras que silvicultura, pesca y acuicultura se hunden un 22,5%. El factor más disruptivo es el auge de la mano de obra extranjera, que ya roza los 200.000 trabajadores y crece un 53% en un año, frente al retroceso del empleo nacional. El empleo femenino también gana terreno: alcanza el 27,7% del total, con fuerte incremento en cultivos no perennes, donde subió un 25,8% en un solo año.
El reto es demográfico: más de la mitad de los ocupados supera los 45 años, y solo un 4,5% son jóvenes de 16 a 24, lo que compromete el relevo generacional. La precariedad agrava la situación: el 34% tiene contrato temporal y casi un tercio de los indefinidos son fijos-discontinuos, reflejo de la alta estacionalidad.
Andalucía lidera el empleo con 243.593 ocupados, un 32,6% del total, seguida de Murcia, Galicia y Castilla y León. Un panorama donde los números evidencian que el futuro laboral del campo español se juega en la sostenibilidad de su modelo.