Con más de 800.000 hectáreas cultivadas, de las cuales el 79% son de secano, este cultivo demuestra que la rentabilidad puede convivir con la sostenibilidad. Sin embargo, la baja productividad media y los altos costes de recolección y transformación siguen lastrando su competitividad frente a la almendra californiana.
El sector apuesta por variedades locales como guara, belona o lauranne, perfectamente adaptadas al clima mediterráneo, y refuerza su liderazgo en agricultura ecológica, que ya ocupa una de cada cinco hectáreas. Además, impulsa la economía circular, reutilizando subproductos para energía y alimentación funcional.
Pero más allá del valor ambiental, la almendra cumple un papel social: fija población en áreas rurales y dinamiza la economía local. Aun así, el reto está en mejorar la rentabilidad y potenciar la transformación industrial, para que este emblema del campo ibérico no solo simbolice sostenibilidad, sino también prosperidad real para quienes lo cultivan.
Con más de 800.000 hectáreas cultivadas, de las cuales el 79% son de secano, este cultivo demuestra que la rentabilidad puede convivir con la sostenibilidad. Sin embargo, la baja productividad media y los altos costes de recolección y transformación siguen lastrando su competitividad frente a la almendra californiana.
El sector apuesta por variedades locales como guara, belona o lauranne, perfectamente adaptadas al clima mediterráneo, y refuerza su liderazgo en agricultura ecológica, que ya ocupa una de cada cinco hectáreas. Además, impulsa la economía circular, reutilizando subproductos para energía y alimentación funcional.
Pero más allá del valor ambiental, la almendra cumple un papel social: fija población en áreas rurales y dinamiza la economía local. Aun así, el reto está en mejorar la rentabilidad y potenciar la transformación industrial, para que este emblema del campo ibérico no solo simbolice sostenibilidad, sino también prosperidad real para quienes lo cultivan.